domingo, 2 de octubre de 2016

La crisis que sigue mereciendo el PSOE

Por Federico Jiménez Losantos

Fuente: Libertad Digital

Fecha: 2/10/2016



La explosión, implosión, cuarteamiento, desguace, descomposición, volatilización o putrefacción del PSOE es la que merece un partido que en sus 136 años de vida se ha acostumbrado a jugar con la Nación según le ha convenido a ese grupo y a una extraña especie de españoles, los socialistas, que, por el hecho de proclamarlo, sin tener muy claro qué significa serlo, se consideran moralmente superiores a los demás ciudadanos, y con derecho, reforzado por la costumbre, de decir una cosa, hacer la contraria, presumir de ambas y, encima insultar a quienes les reprochan sus contradicciones.

Pedro Sánchez, alias 'Snchz' y 'Pedronono', era y es un socialista típico, casi perfecto. Que pusiera al PSOE patas arriba es lo menos que merecía un partido que ha puesto a España cabeza abajo. El Snchz que, para seguir aspirando a la Moncloa y ocultar sus pésimos resultados electorales, propugnaba un Gobierno de alianza y zurriburri con los comunistas de Podemos-Izquierda Unida y los separatistas de la banda de Pujol y la colla de Esquerra Republicana, es el mismo que defendía hace muy pocos meses, por su alianza con Ciudadanos, un programa de reformas institucionales y lucha contra la corrupción que empezaba por derogar lo que precisamente el PSOE implantó en cuanto llegó al Poder: la politización de la Justiciamediante la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1985, que, pervirtiendo la Constitución y con su típica patanería intelectual, Alfonso Guerra calificó como "la muerte de Montesquieu", o sea, de la división de Poderes, justo lo que diferencia a las democracias liberales de los populismos plebiscitarios.

Rivera dijo entonces que si un mérito tenía Ciudadanos al aliarse con un partido tan poco fiable como el PSOE era evitar que pactara con la horda podemita y las cuarenta tribus separatistas, aceptando la liquidación de la soberanía nacional mediante el derecho a decidir de Cataluña y demás regiones con ínfulas de Estado y llevando a la economía al corralito griego. Tenía razón, y se la ha venido a dar su otrora socio y luego enemigo, émulo de la gran Pinito del Oro, célebre por volar cabeza abajo en el trapecio, y que ayer cayó víctima de la Ley de la Gravedad.


Ciudadanos y sus votantes fueron entonces insultados por la derecha pasota de 'Marianono', que se negó por dos veces a la petición del Rey de formar Gobierno y siguen siendo injuriados por la izquierda financiada por el narcoterrorismo venezolano, la teocracia iraní, el separatismo de Roures y las teles de la 'Niña Ashihina', donde Rivera es señalado, tanto por el PP de Rajoy y Bárcenas como por los comunistas de La Sexta como "el chico del IBEX". La España atresmediada, mediaseteada, tevetresona y etebesina ha llegado a tal extremo de degradación intelectual que resulta más honroso representar políticamente al narcoterrorista Timochenko (con Margallo y Campechano), a los genocidas hermanos Castro (con Rajoy, que perdona la deuda a Cuba), al narcogorilato venezolano (con ZP), a la ETA, al FRAP y al GRAPO que a las 35 mayores empresas españolas, que están sostenidas por millones de accionistas y que dan trabajo a millones de contribuyentes.


Cuando se pierde la batalla del lenguaje -y se dice que mañana va a hacer buen tiempo en 'Yeida' y 'Chirona'-, no se da la batalla de las ideas -y se proclama a todas horas-engordando todavía más los beneficios de un duopolio televisivo -clamorosamente ilegal y democráticamente criminal- que en Colombia hay un proceso de paz y en Ferraz un golpe de Estado, es normal que un socialista como Sánchez, cuya actividad mental se sitúa en la zona inguinal, en lo que Unamuno satirizó como el "cerebro cojonudo", defienda ahora que es progreso lo que antes decía que era ruina caraqueña, que es bueno pactar con los que decía -y es verdad- que quieren destruirla, y que los que le dijeron que votase "no a Rajoy", le estaban autorizando a formar Gobierno con Podemos y los separatistas catalanes.


Del "OTAN, de entrada, no", a la España "discutida y discutible"

Es mentira, pero, ¿qué más da? Un socialista, es decir, un ser por encima de la vulgar coherencia en la que chapotea el vulgo carca, puede decir una cosa, hacer la contraria y presumir en ambos casos. Si Gonzálezpudo decir "OTAN de entrada, no" en 1982, cuando estaba en la Oposición para desgastar a UCD y fagocitar al PCE, y en 1986, arrellanado en el Gobierno y difunto Montesquieu, refutarse "Sí, por el bien de España", haciendo votar a todos los españoles el cambio de criterio que se había producido en su cerebro, Sánchez también puede rechazar las gestoras que él impuso a Tomás Gómez en Madrid y su fámulo López en Valladolid. Puede apelar a la militancia como instancia suprema de legitimidad, por encima de los órganos del partido, el mismo que desoyó a la militancia madrileña o gallega -lo ha recordado Caballero, alcalde de Vigo-.


Faltaría más. ¿Desde cuándo el principio de contradicción se aplica a la superabundancia de principios socialistas? Snchz puede parapetarse en la legalidad partidista hasta la noche del viernes y decir al caer la tarde que en la mañana del sábado no quiere entrar en debates legales sino políticos. Es más: puede presumir de la "herencia moral" de sus padres biológicos, que se basa en el reaccionario respeto a la palabra dada y mentir a su padre político González diciéndole que iba a abstenerse y dejar gobernar a Rajoy. ¿Pues no dijo que en estas últimas elecciones los españoles habían decidido que el PSOE estuviera en la oposición y ahora intenta formar Gobierno con los que le dijeron 'no' recordando la cal viva del GAL? ¿Cómo no va a poder decir una cosa y la contraria si, al fin y al cabo, es del PSOE?


Pablo Iglesias I, contigo empezó todo

Ayer publicó Javier Somalo un artículo, brillante como suyo, titulado "Zapatero, contigo empezó (casi) todo", burla de la burla zangolotina de Piqué al Madrid… que el Madrid respondió ganando su Undécima Copa de Europa. Anuncia también que LD publicará en los próximos días una documentada historia del PSOE que evite la tentación, hija de la ignorancia, sobrina de la idiocia y tía abuela de la malicia de compadecer las tribulaciones de Ferraz.

Porque no hay ningún motivo para inventar la historia de un PSOE importante para España que jamás ha existido, para considerarlo un puntal del sistema democrático que ha reventado cuando le ha convenido, para considerarlo representante de una socialdemocracia que proclama fuera y combate dentro. Si el PSOE ha de sobrevivir a esta merecidísima crisis será o sería deseable que fuera cuando sea capaz de evaluar sus merecimientos para cosecharla.

Y el primero de ellos es el desprecio a la Nación y la utilización de la Ley a conveniencia, algo que Pablo Iglesias I (Posse), fundador del PSOE, dejó clarísimo al entrar en el Parlamento como polizón en una lista republicana, ya que los madrileños se negaban a votar al obtuso marxista: "mi partido está en la legalidad mientras ésta le permita adquirir lo que necesita; fuera cuando ella no le permita alcanzar sus aspiraciones".

A lo que añadió, defendiendo el asesinato como herramienta política en las mismísimas barbas del Presidente del Consejo Don Antonio Maura: "hemos llegado al extremo de considerar que antes de que Su Señoría suba al Poder debemos ir hasta el atentado personal".

Así, despreciando la Ley y exhibiendo la pistola, empezó el PSOE en las Cortes su andadura. ¿Puede sorprender a alguien su desembocadura?

Se me dirá y es cierto, que junto a los cafres ha habido siempre socialistas civilizados. Lo que yo no conozco es a muchos socialistas que no consideren, como tantos de la Derecha o la extrema izquierda, que su pertenencia al partido los convertía en seres superiores al resto de los españoles, al punto de hacer con España y con esos paisanos inferiores, por falta de carné, lo que en cada momento les ha parecido. Es verdad que los socialistas se han enfrentado muchísimas veces a los socialistas, pero como siempre han ganado los socialistas no es fácil saber si ganó el bien o el mal.


El PSOE que nos llevó a la Guerra Civil

La crisis más grave que provocó el PSOE y acabó padeciendo toda España se produjo tras perder las elecciones de 1933. La facción de Largo Caballero, que fue Secretario de Estado de Trabajo durante la dictadura de Primo de Rivera pese a la oposición del sector legalista de Besteiro, decidió ir a la guerra civil como medio para implantar la dictadura del proletariado, o sea, un régimen como el de Stalin, cuyo PCE en España era poquita cosa.

En contra del sector de Besteiro, Largo logró el apoyo del sector de Prieto, desvergonzado oportunista y futuro ladrón que preparó el Golpe de Estado contra la República en octubre de 1934. No fue como ayer decía pasmosamente -Pedro Jota sí se sabe la historia de España- El Español una "huelga civil revolucionaria", sino un golpe antidemocrático en toda España, flanqueado por otro golpe separatista de la ERC en Cataluña. El Gobierno legítimo de la República llamó -como había hecho en 1932- al Ejército de África, dirigido por su general más prestigioso, Franco, para acabar con la rebelión en Asturias, donde se asesinó a muchas personas por el delito de ser cura o ir a misa. O sea, lo que se hizo masivamente en el 36.

El Gobierno de Lerroux y la CEDA, los primeros maricomplejines, no se atrevió a hacer lo que debía: ilegalizar al PSOE, a ERC y a todos los partidos implicados en el Golpe. Dos años después, con la bandera de la venganza por la "salvaje represión" de Asturias (¡represión del salvaje golpe de Estado!) llegó al Poder el Frente Popular y de inmediato se puso a matar, robar y atropellar. Cientos de asesinatos que culminaron en el del jefe de la Oposición Calvo Sotelo -también fueron a por Gil Robles- por la escolta de Indalecio Prieto. Esto es lo que decidió a Franco, cuya familia estuvo a punto de ser asesinada, y a la oficialidad que no confiaba en el triunfo del alzamiento militar.


Es evidente que Prieto y Azaña estaban convencidos de que el fracaso de una rebelión como la del 32 serviría para imponer la revolución. De ahí la tranquilidad del Gobierno de Casares y la entrega de armas a la milicia por Giral. Largo había impedido a Prieto ser presidente del Gobierno poco antes, pero esa añagaza -a la que ayer en El País Santos Juliá daba tantísima importancia- no alteraba la línea revolucionaria del PSOE. Sólo se dirimía si la encabezaba Largo o Prieto, mientras el sector de Besteiro insistía, antes del 18 de Julio -estremece leer El Anti-Caballero- que buscar, como quería Largo, deliberadamente la guerra civil era una inmoralidad atroz y, además, una apuesta sin seguridad de ganar. Justo lo que pasó. Y al final, en 1939, Besteiro encabezó, con Casado y Mera, el golpe militar contra Negrín. El PSOE racional acabó con el PSOE radical doscientos mil muertos después.

El camino felipista al 11M zapaterino

Tras la Transición, obra de la Falange y el PCE, el PSOE renovado se encontró al frente de la Oposición. Y al perder dos elecciones se lanzó de cabeza a la conjura militar del Rey contra Suárez que acabó en el 23F. Llegó al poder, pareció eterno, pero al comprobar que podía no serlo, se produjo la deriva populista y corrupta del felipismo. Fue en las elecciones de 1993, cuando ante la amenaza real del PP de Aznar, González decidió seguir a toca costa en Moncloa para evitar el banquillo por el GAL. Con PRISA como supermatón y el CESID de Serra como cloaca máxima, González rescató el guerracivilismo identificando al PP con el doberman nazi; denominó franquismo al liberalismo; llamó "Sindicato del crimen" a los periodistas que, a diferencia del multimperio prisaico, no tapábamos los crímenes del GAL ni la corrupción socialista; fichó a Baltasar Garzón como archijuez para limpiarla; entregó a Polanco Antena 3 de Radio, la primera cadena nacional, para que la cerrara; consintió el atraco de Mario Conde a Banesto hasta que compró Antena 3 de TV, gastó lo que tenía y lo mandó a la cárcel; perpetró, en fin, cuantas fechorías contra la democracia puede idear un régimen corrupto para evitar su muerte. Y casi lo consiguió.


Tras esa penosa legislatura, la derrota del 96 y su dimisión, González quiso seguir mandando a través de Almunia, pero éste tuvo la ocurrencia de unas primarias para legitimarse y fue Borrell el votado por las bases como Candidato a la Presidencia del Gobierno -un cargo más importante que el de secretario general, y algo que se olvida al glosar la elección de Snchz-. Así que González y Cebrián forzaron la dimisión de Borrell publicando un caso de corrupción de la Agencia Tributaria de Barcelona (¡González, cuya dimisión no pidió PRISA ni cuando acompañó a Barrionuevo a la cárcel!). Ese sectarismo creó las bases del zapaterismo. Nunca, es verdad, llegó el PSOE felipista tan lejos en lo ideológico como el de ZP, ni en la asunción del populismo caribeño ni en la sumisión al separatismo catalán; pero fue Felipe el que entregó el PSOE de Cataluña a los nacionalistas del PSC, el que se unció a Pujol y asumió con Cebrián el discurso separatista anti-PP.

Del golpe del 11-13-14M de 2004 al trompazo del 1O de 2016

Ayer, viendo el escrache de apoyo al candidato de Podemos a la Moncloa -que era y seguirá siendo una temporada Pedro Sánchez- recordé, por lo ridícula, la manifestación de señoronas en Génova 13 el día en que, tras un mal resultado en las elecciones vascas, dimitió noblemente Fraga; y por lo trágico, las manifestaciones ante las sedes del PP, en Génova 13 y en toda España, para culparle de la masacre del 11M, que manipularon con todo descaro y con el tácito apoyo de parte de la policía del PP de Aznar. Ese 13M de 2004, preparado por la violencia callejera a cuenta del Prestige o de la Guerra de Irak, mostró a un PSOE dispuesto a volver a 1931. Y con Zapatero instalado ya en la Moncloa, decidió acabar con la Transición y volver a la Guerra Civil como el gran elemento legitimador de su historia.


El Sánchez que pactó con C´s suponía la continuidad de felipismo. El que intentaba un gobierno con Podemos y los separatistas era el estrambote del zapaterismo. Sin duda, González, Rubalcaba, Cebrián y Díazse habían enterado de que Sánchez había pactado con Podemos y ERC, con Iceta de testigo. Eso aceleró los planes de Sánchez y la reacción de los críticos. Sin embargo, el PSOE sale de esta crisis del Primero de Octubre como entró: comatoso. Cataluña y Baleares son separatistas; Valencia y Madrid, medio podemitas; El PSOE defiende en Mallorca lo contrario que en Sevilla y en Pontevedra lo contrario que en Murcia. En Aragón es un PSC con cachirulo arrendado a 'Echeminga'. En La Mancha, ha sido desahuciado por su aliado caraqueño. El problema del PSOE es que hace mucho que renunció a ser un partido nacional. Y eso lo ha convertido en el gran problema de España. Mientras no se decida a ser legal o ilegal, español o antiespañol, reformista o petardista, lo mejor que le puede pasarnos es que el PSOE siga en crisis.


Rajoy e Iglesias pierden con la caída de Sánchez

Pero lo peor no es que el PSOE merezca, por su deserción nacional, esta crisis, sino que ha contagiado al PP de su misma enfermedad. Ahora se verá hasta qué punto PSOE y PP son capaces de luchar por la hegemonía de la Democracia, la Nación y la Constitución en unos medios entregados a Podemos. Porque es esencial cómo se cuente lo que ha pasado en el PSOE, que Sánchez salga como un gran majadero o como virgen y mártir, digno de otra oportunidad a medias con la horda podemita.


Yo no creo que el PSOE pueda salvarse sin contar con el PP y con Ciudadanos. Tampoco que el PP y Ciudadanos puedan salvarse si siguen, como siguen en mayor o menor medida, el camino del PSOE. Rajoy e Iglesias son los grandes perdedores de esta crisis del Primero de Octubre, porque ambos contaban con mejorar sus resultados el 18D. El asturiano Javier Fernández, inmediata solución de continuidad de la ruptura socialista, tiene un discurso aparentemente moderado y nacional, digno de tener en cuenta si se piensa en el futuro de España, nunca en el de un partido que se parece demasiado a sus defectos y, salvo en la duración, muy poco a sus virtudes.




Zapatero, contigo empezó (casi) todo

Por Javier Somalo

Fuente: Libertad Digital 

Fecha: 1/10/2016


Saltándonos, por no entrar en detalles, la "interrupción" del 23-F, no teníamos precedente de una investidura fallida hasta que, al poco tiempo, llegó la segunda. Ahora ya hay doblete inédito… pero camino de triplete. Tampoco había precedente de fracasos electorales tan estrepitosos ni de tan millonarias pérdidas de votos en los partidos de mayorías absolutas. Y lo que más se acerca a la voladura interna de un partido como la que vive el PSOE podría ser el desguace de la UCD, pero los tiempos y las circunstancias eran distintos y la formación de Suárez no era tanto partido como el PSOE, del que ya se empiezan a generalizar injustificadas loas. Parece como si todo lo que está sucediendo en España fuera novedad.

Coincido con lo que dijo el viernes Joaquín Leguina en el informativo de Juan Pablo Polvorinos: que el precedente de casi todo es José Luis Rodríguez Zapatero, excepción a esa regla de que alguien vendrá que bueno te hará. Aquello fue realmente insuperable.

Con Zapatero se abrió la barra libre del separatismo, fruto de una apuesta con Pascual Maragall. Con Zapatero se resucitó a una ETA sin pulso que ahora no necesita entregarse porque robó el poder a los que la persiguieron y quedaron vivos. Con Zapatero conocimos, además de la rendición, la deserción hipócrita en unos campos de batalla y la incursión en otros que sí le parecieron justos –aprendió de los bombardeos de Solana y de la guerra de 1991 en el Golfo– porque era él quien decidía en qué consistía la PAZ, esa que le llevó en volandas al infame 13 de marzo de 2004, morgue de la Transición española. Con él sufrimos el despilfarro público bautizado como "gasto social", el arado de las cunetas de la Guerra Civil, la persecución a la libertad en todos sus órdenes, el adoctrinamiento como asignatura o la discusión del "término" nación. Y todo bajo aquel famoso talante desnudo, desprovisto de cualidad, ni bueno ni malo. Sólo talante.

Con Zapatero se institucionalizó el analfabetismo funcional, la inepcia como activo para acceder a cargo público, los "cónyugues inclusos" y "acontecimientos planetarios" de Leire Pajín o el dinero público que "no es de nadie" de Carmen Calvo o las zapatillas Kelly Finders y las "soluciones habitacionales" de María Antonia Trujillo, detalles que ya no recordamos lo suficiente cuando nos escandaliza la carmenada del día. Simples anécdotas al lado del despotismo de show room de la vicepresidenta De la Vega que sometía al Constitucional en medio de un desfile o las maniobras paraestatales de Rubalcaba o las conexiones telefónicas de Camacho, su secretario de Estado, con etarras agraciados por salvoconductos.

Zapatero, es verdad, contigo empezó todo. También porque el PP te heredó y renunció a enmendar lo peor de tu legado. Ahora el PSOE –y España entera, claro– asume todos y cada uno de aquellos desastres transfigurados en un tal Pedro Sánchez que ni siquiera consiguió ser Schz, algo que sí logró ZP. Hablando de Frankenstein, Pedro Sánchez ha conseguido aunar en su persona lo peor de cada momento: la estulticia, la soberbia, la nada solemne –bobo, dijo Rajoy– y la irresponsabilidad nacional que hunde al PSOE, asido al PP y a España.

Rául Vilas lo advirtió en una reunión de redacción: ahora todo serán elogios. Y es verdad. El PSOE aprovechará su crisis mirando al PP y a las urnas, cantando las glorias de un partido viejo, sólido, nacional y honrado frente a la corrupción del marianismo, tan condenable como inferior al latrocinio orgánico y hereditario de ERES, cursos fantasma, adjudicaciones, subvenciones y otras hierbas que vertebran España –ya es lo único–de norte a sur. Por eso Libertad Digital volverá a refrescar la memoria del PSOE, para contrarrestar ese tsunami de elogios que ya amenaza con anegar su historia real y tantísimas sombras. Las del PSOE colaboracionista. Las del PSOE golpista por más que el 1934 real se haya convertido en el 1984 de Orwell, volatilizado en una presunta guerra espontánea surgida en el 36. Las del PSOE violento que marcaba a diputados –Calvo Sotelo– luego asesinados y que hoy no merecen calle por ser franquistas antes que Franco. El PSOE revanchista y fratricida contra quien, como Julián Besteiro, discutió su bolvechización. El PSOE autor de unas frases tan fundacionales como que las pronunció Pablo Iglesias Posse:

"Mi partido está en la legalidad mientras ésta le permita adquirir lo que necesita; fuera cuando ella no le permita alcanzar sus aspiraciones".

"… hemos llegado al extremo de considerar que antes de que Su Señoría [Antonio Maura] suba al Poder debemos ir hasta el atentado personal".

No, no eran tuits que se puedan escribir y borrar. Figuran en los Diarios de Sesiones de las Cortes. Sin tapujos, sin adornos, como augurios o algo más: como anuncios.

Pero es el PP el que ha de condenar el franquismo. El PP es el más corrupto y el más franquista porque no quiso recoger el guante de Zapatero. Así quedó saldada la concordia construida hasta con la ayuda de Santiago Carrillo, hecha añicos por los socialistas. Esa renuncia a la defensa propia –no del partido sino de su base–, ese complejo innato de la derecha también lo supo aprovechar como nadie Zapatero. Y el PP calló.

Más cerca en el tiempo, encontraremos al PSOE que luchó contra ETA y murió en el intento, traicionado también por el PSOE del "diálogo". El de las luces y los apagones, el sacrificio y las trampas, el sufrimiento de los años de plomo y la guerra sucia, el de los langostinos en el sur y la vocación en La Coruña o el País Vasco. El PSOE de 1982, desaparecido en el antifranquismo pero crecido contra Suárez porque la legalización del PCE podía restarle votos (ni uno perdió), el PSOE del Rey "de cartón piedra", el de la Vicepresidencia del Gobierno Armada, contragolpista de diseño. En definitiva, el PSOE de Felipe González, capaz de luchar corajudamente contra el chavismo en Caracas mientras lo patrocina en Bogotá sin dejar de fumar habanos en Tropicana.

Cuesta enmendar al PSOE si se piensa en algunos socialistas igual que se hace difícil sacudir al PP si se tiene cierta memoria. Pero la política, el partido y la militancia no pueden jamás soslayar al ciudadano, verlo como un voto, despreciado e insultado si no es propio o incondicional. Esa actitud autoritaria es la que obliga a la enmienda total para evitar ventajismos en este largo año sin gobierno y para no caer en la trampa de la catarsis según la cual, muerto Sánchez, el PSOE fue siempre ejemplar. Hay socialistas buenos pero será porque no se parecen a la historia de su partido o porque se han enfrentado a ella con honradez.

Este PSOE –y el PP y España si no se remedia– quedó condenado por Zapatero. Pero en su agonía, y a costa de Sánchez, no ha de hacerse un balance positivo del partido. El resurgimiento, si llega y se acompaña de regeneración, será digno de aplauso pero no podrá crecer sobre mentiras.


Javier Somalo 

viernes, 9 de septiembre de 2016

El crimen de Alcásser

Por Hipatia de Alejandría

9/9/2016

Han pasado ya muchos años desde el Crimen de Alcásser. Dentro de poco se cumplirán 24 años desde  aquel triste y fatídico día en el que tres chiquitas de 14 y 15 años desaparecieron sin dejar rastro, siendo encontrados sus cuerpos sin vida, 75 días después, sepultadas en un paraje cercano a la presa de Tous, conocido como "La Romana".

Recuerdo la noticia de la desaparición, la desesperada búsqueda de los padres para encontrar a las pequeñas, el horror cuando aparecieron sin vida, y la titánica lucha de uno de los padres, Don Fernando García,  exigiendo justicia y la detención de todos los culpables. 

Las investigaciones policiales determinaron que la autoria de los crímenes correspondía a dos sospechosos. La Justicia sentenció que ambos, Miguel Ricart y Antonio Anglés, fueron los culplables.

La tenacidad de Don Fernando García  y del periodista y criminólogo Don Juan Ignacio Blanco, puso en cuestión muchos aspectos de la llamada "versión oficial". Si se analiza dicha versión oficial, y se consideran las incongruencias que presenta, se comprende la postura de ambos en rechazar  dicha versión. Hay varios puntos en la misma que la hacen increíble. Uno de ellos, por ejemplo, es  la existencia en los cadáveres de las niñas, de pelos púbicos de al menos siete personas distintas, sin ser ninguno de ellos de los dos condenados en la sentencia.

Este hecho, independiente de muchos otros de la "versión oficial", crean serias dudas sobre la  credibilidad de la misma.

Cabe imaginar el horror de los padres y familiares de Mirian, Toñi y Desiré, al saber como terminaron y el sufrimiento que debieron pasar; pero también debió de ser terrible, constatar los errores que se cometieron al hacer las primeras autopsias y las incongruencias de la "versión oficial".

Las dudas sobre la verosimilitud en el relato de la versión oficial, dio lugar a hipótesis alternativas que fueron defendidas por Don Fernando García y Don Juan Ignacio Blanco. 

El sentido común de cada cual, que como dijo Descartes: "... es la cosa mejor repartida, ya que ni aún las personas más exigentes ansían más del que ya tienen...", determinará que versión respecto a este crimen merece mayor credibilidad.

Por mi parte, las objeciones a la versión oficial me parecen totalmente razonables, y la hacen poco creíble.

La lucha de Fernando García por tratar de encontrar la verdad y criticar la absurda "versión oficial", le hizo blanco de críticas, pleitos y calumnias. Hay un artículo que podríamos calificar de vomitivo, que lleva por título: "La oscura renta de Alcaser",  (El Mundo, 17/11/2002), en el que entre otras bajezas,  se acusa a Don Fernando García de lucrarse con la recaudación de fondos a cuenta del Crimen de Alcásser. El tendencioso artículo comienza diciendo: "Cada mañana Fernando García recorre con su mercedes CLK 320 los tres kilómetros que separan su casa de Alcásser de su trabajo en Catarroja".

Desprestigiar a una persona que ha perdido a su hija víctima de un terrible crimen, no parece muy honroso para quienes se prestan a tal bajeza.

Me imagino que el padre de Mirian y todos los que se han opuesto a la versión oficial habrán pasado por muchas situaciones en las que habrán tratado de desprestigiarles. En un programa de televisión, Don José Juan Requena, autor del libro "Camino al Infierno", que contradice también la versión oficial del crimen de Alcáser, es objeto de descrédito por parte de uno de los asistentes al programa. Es obsceno, que ante un crimen terrible como este, se trate de esta forma a toda persona que cuestione la absurda  versión oficial.

En el crimen de las niñas de Alcásser, participaron al menos 7 personas distintas a los condenados Ricart y Anglés. Nunca fueron juzgadas ni condenadas. 

La memoria del Crimen de Alcásser, el recuerdo de las tres chiquitas, y el horror que pasaron sus padres y familiares, debe servir al menos, para tener claras dos cosas: una, que el relato de la versión oficial no es creíble, y dos, que los asesinos  no fueron juzgados.

¿Conoceremos algún día el nombre de los criminales?. 




Monumento en recuerdo de las niñas de Alcásser.


Título del libro: ¿Que pasó en Alcácer?
Autor: Juan Ignacio Blanco




























miércoles, 10 de agosto de 2016

Todos inquilinos

Por Fernando Savater

Fuente: El País 
Fecha: 10/8/2016



· Si son los habitantes de cada territorio quienes deciden, todos son independientes de hecho. La ciudadanía se sustituye por el inquilinato; allá donde vives, decides. Europa tendrá franceses, italianos, alemanes y los realquilados de la PostEspaña

Las personas que han sufrido de verdad suelen desarrollar un carácter intensamente agrio o más dulce y amable: parece que Pili Zabala se encuadra por suerte en la segunda opción. El otro día fue entrevistada por la SER y varios medios de prensa se hicieron eco de sus declaraciones: casi todos lamentaban que no hubiese dejado claro si apoyaba o no al independentismo en Euskadi. En efecto, la candidata de Podemos dijo que su opinión personal no era relevante en ese asunto y que creía que el País Vasco tenía otros prioridades políticas. Pero también aseguró sin perder el buen tono que “en cada territorio decide la ciudadanía de ese territorio, y en Cataluña tienen que decidir los catalanes, mientras que en Euskadi decidirá la ciudadanía vasca”. Después abogó por un nuevo modelo territorial para el país “en el que las personas se sientan cómodas e identificadas con el mayor consenso posible”.

No hay nada de raro en estas afirmaciones, estamos acostumbrados, pero resulta extraño que ningún periodista señale que si es la ciudadanía de cada territorio (sea cual fuere) la que decide allí, es evidente que todos los territorios son de hecho independientes. El derecho a salir de casa lo tiene uno cuando aún está en casa no sólo cuando efectivamente ya pisa la calle. De modo que lo que habrá que modificar no es el modelo territorial, que nada tiene que ver con el asunto, sino el concepto mismo de ciudadanía, que ya no corresponde a la pertenencia cívica a un Estado sino a un territorio, sea el que sea y como sea.

En efecto, los criterios para establecer esos territorios son de lo más variados y no muy concretos. Se establecen de acuerdo a interpretaciones legendarias de la historia (lo que pudo ser y no fue), rasgos consuetudinarios, lengua regional junto a la común, demarcaciones administrativas tan consagradas que parecen naturales, presencia de grupos nacionalistas que definen su identidad separada del resto, agravios reales o supuestos en relación con la Hacienda estatal, etc… En resumen, aspectos de la diversidad social que alberga cualquier Estado presentados como incompatibles con la homogeneidad institucional de éste. Ninguno de estos criterios tiene por qué ir más allá de lo cultural ni implica una legitimación política independentista salvo para quienes deciden usarlos con tal fin: la propia Pili Zabala dijo en su entrevista que para ella “Euskal Herria es aquellos lugares en que se habla euskera” además de la lengua común, lo cual no implica por sí mismo ninguna ideología separatista. Pero al reconocer a los “ciudadanos” de cada territorio su derecho a decidir (sobre su pertenencia o no al conjunto del Estado) pasamos de la cultura a la política y convertimos lo que era una unidad institucional y legal en una gavilla de independencias yuxtapuestas, unas adormecidas salvo a la hora de reclamar privilegios o denunciar los ajenos, otras activas en su proyecto de segregación.

· ¿Cómo van a conceder la ciudadanía los territorios? ¿Por genealogía local, por residencia…?

La aparentemente generosa concesión de reconocer el derecho a decidir o autodeterminación de cada territorio, más allá de la confusión al establecer cuáles y cuántos son, lleva en realidad a mutilar los derechos cívicos de todos los hasta ahora considerados españoles. Porque la ciudadanía estatal (la única reconocida hoy) concede precisamente el derecho a decidir a partir de la ley común sobre el conjunto de territorios o entidades culturales que forman el Estado. Pero si son los habitantes de cada territorio los llamados a decidir por separado, ésto limita drásticamente la capacidad decisoria de cada uno: el único derecho nuevo que adquieren es el de negar a los demás la posibilidad de intervenir en la gestión común, necesariamente fragmentada y por tanto disminuida.

Por lo demás, no sé cómo los territorios van a conceder ciudadanía: ¿se necesita genealogía local, sean ocho los apellidos o dos?; ¿hay que nacer y vivir en ellos?; ¿se puede nacer en uno y luego vivir en otro o en otros, cambiando según toque de ciudadanía? Como preguntaría el confesor: ¿cuántas veces? Un caso práctico que me deja perplejo: una persona nacida en Gerona de familia gerundense, que habla catalán (y castellano también, claro, como todo el mundo), pero que vive en Sevilla porque trabaja y se ha casado allí… ¿a qué territorio pertenece? Antes habríamos dicho que a España, pero ahora vaya usted a saber. ¿Será de donde quiera ser? Según Pili Zabala, “los navarros deben decidir si quieren ser o no vascos”. O sea que ser navarros es una fase como de transición, si les da por ser vascos. ¿O los vascos también pueden dejar de ser vascos para convertirse en navarros? ¿Eso les pasa sólo a los vascos y navarros o también a los aragoneses y riojanos, a los extremeños y salmantinos, etc…? Ya puestos, ¿por qué el gerundense de mi caso práctico no puede ser a la vez catalán y andaluz? Pero entonces lo de los territorios… En fin, que la cosa no está muy clara.


· Lo que habrá que cambiar no es el modelo autonómico, sino el concepto de ciudadanía

Para resolver el asunto, podríamos decir que no se trata propiamente de ciudadanos, sino de inquilinos. Uno es inquilino de un territorio y decide sobre él, pero cuando se muda a otro, se convierte en inquilino del nuevo y cambia su ámbito decisorio. Habrá así inquilinos de renta antigua (o históricos), realquilados, subarrendados… En cada lugar, mediante el oportuno referéndum, los inquilinos podrán cambiar los límites de su territorio, fusionarse, independizarse… La cosa tiene dificultades prácticas pero la diversión general parece garantizada. Otro cambio para la UE: en ella habrá franceses, alemanes, portugueses, italianos… y los inquilinos variopintos de la pos-España. Ya casi puedo sentir la perplejidad de Bruselas. Esta macedonia de identidades (porque los inquilinos tendrán su identidad local y la que les quede de sus alojamientos anteriores) a mí me resulta difícil de digerir, pero es probablemente porque soy un caso raro. A los nacionalistas propiamente dichos les debe parecer bien y también a los millones de votantes de Podemos, a quienes a lo mejor no les gusta la independencia (como dice Pablo Iglesias), pero tienen que reconocer que éso no depende sólo de ellos, sino de los inquilinos correspondientes. Y me temo que algunos socialistas de comunidades fuertemente “nacionalizadas” están también próximos a esta actitud.

En cuanto a los demás, a quienes prefieren la ciudadanía española a los inquilinatos locales y tratan de mantener las instituciones legales, económicas, sociales, etc… para todos, y no troceadas como porciones de pizza según convenga al caciquismo revoltoso de cada territorio inventado o por inventar, a ésos no se les oye demasiado quejarse y si se quejan se les escucha aún menos. Representan la rigidez anticuada, la caspa política, la falta de diálogo y la herencia del fascismo, la desfachatez que se preocupa exageradamente por lo que en realidad no representa problema alguno. Creen ser españoles, pobres cuitados: ¿puede imaginarse algo más arbitrario o peor?

Fernando Fernánderz-Savater Martín (San Sebastián, 1947)
Filósofo e intelectual español.

lunes, 1 de agosto de 2016

Efebocracia y experiencia

Por   Juan Van-Halen

Fuente: ABC
Fecha: 1/8/2016

· El servicio a los demás desde la labor política es un menester honroso que por el desvío y la desvergüenza de corruptos, personas con nombres y apellidos, y no del conjunto ni de la mayoría de los políticos, está bajo mínimos en la consideración social, y la política debe reaccionar para que cambie esta opinión desgraciadamente generalizada.


En España parece abrirse paso la idea de que la juventud es un valor en sí misma y supone singulares aptitudes para resolver los problemas. Se prefiere el experimento a la experiencia y se diría que avanzamos hacia una cierta efebocracia. Se da por cierto que el neologismo lo acuñó Ortega en 1927, mientras que pensadores como Mannheim y sobre todo Mentré añadieron el concepto de generación a los de clase, grupo político, adscripción religiosa o carácter étnico. La actividad política de los jóvenes se observó con atención comúnmente por su equipaje de solidez intelectual, no por la mera cronología. Personajes que habrían de protagonizar páginas relevantes brillaron con luz propia ya en su primera juventud.

Con los años, y últimamente más, vivimos el latido de una rampante forma de efebocracia con cierta inquietante particularidad respecto al pasado, ya que a estos jóvenes que cabalgan a paso de carga por la política no se les exigen biografías luminosas, altura intelectual o servicios a la sociedad, sino que se aprecia sobre todo su edad, aderezada en apariencias externas con cierto aire de desfile de modelos. Se valoran en ellos el físico, la telegenia y la labia como supuestas garantías de eficacia en la dirección de los asuntos públicos, pero esas serían cualidades apreciables en un casting de vendedores. En este paisaje aparecieron tres líderes y candidatos a presidente del Gobierno: Sánchez, 44 años; Iglesias, 37, y Rivera, 36.

Adolfo Suárez presidió el Gobierno a los 44 años desde una dilatada experiencia de gestión, como la tenían Leopoldo Calvo-Sotelo con 55 años, José María Aznar con 43 y Mariano Rajoy con 56 cuando llegaron a La Moncloa. Felipe González fue presidente con 40 años sin experiencia alguna de gestión; la excepción que confirma la regla. Supongo que muchos cachorros de partido aspiran a ser excepciones. Los partidos guardan un cupo en sus listas electorales y en su asignación de cargos públicos para miembros de sus organizaciones juveniles, lo que es razonable. No lo es tanto que en ciertas formaciones políticas se vislumbren cada vez más recelos o pugnas entre generaciones; una lógica de las prisas.

La tendencia efebocrática ha encontrado su más reciente puntal en ese populismo encubridor de un leninismo resucitado. Detrás de cada fervoroso miembro de la «nueva política», de sus críticas a los políticos que consideran convencionales, late el regusto de convertirse en uno de ellos. El paso de la caspa a la casta es una aspiración que puede disfrazarse hasta que su evidencia primero chirría y luego grita. El alboroto callejero del que no pocos de estos jóvenes proceden, por mucho ruido que haga, no representa la opinión de las mayorías ni sustituye a las urnas. Es conocida la apreciación de Jardiel ante las manifestaciones universitarias de los años treinta: «Los estudiantes salen a la calle a derribar gobiernos y a lo más que llegan es a derribar tranvías».

Hace tiempo que reitero la conveniencia de que quien acceda a responsabilidades públicas lo haga desde una experiencia profesional constatada, por corta que sea. Debería llegarse con las correspondientes cotizaciones previas a la Seguridad Social en cualquier trabajo ajeno a la política y un mínimo de reconocimiento social. Cuando se acepta una labor pública que paga el contribuyente habría que ofrecer cierta garantía anterior. Si se hubiese seguido ese prudente principio me temo que ciertos componentes de la mal llamada clase política no pertenecerían a ella.

La veteranía no se apoya en hipótesis de aptitudes no probadas, sino en trayectorias contrastadas. Por esos mundos han cundido y cunden los ejemplos de activa madurez en política. Eisenhower, Churchill y De Gaulle, como Adenauer, De Gasperi, Robert Schuman, Jean Monnet y Paul Henri Spaak, los padres de una Europa hacia su unidad, sirvieron altas responsabilidades con avanzada edad. Ronald Reagan llegó a la Casa Blanca con 70 años y la dejó con 78. François Mitterrand abandonó el Elíseo con 79. Theresa May ocupó el 10 de Downing Street con 59 años. Jeremy Corbyn, el contestado líder laborista, tiene 67, y Angela Merkel 62, como François Hollande. Hillary Clinton cuenta 69 años, y Donald Trump, 70. Un caso extremo de ancianidad activa en política fue Giorgio Napolitano, reelegido presidente de la República Italiana a los 88 años. En España casos como casi todos los citados habrían chocado con la moda y el canon. Habrían estado anatemizados. Nuestros populistas, tratando de encajar su inesperada realidad electoral del 26 de junio, llegaron a la conclusión de que la culpa era de los votantes incultos o viejos que según ellos apoyaron a Rajoy. Las redes sociales recogieron muestras de su ardor: «La esperanza de la izquierda española es que mueran todos los viejos de mierda que todavía votan». (26 junio 2016). «A mi parecer hasta que no mueran varias generaciones no será posible que PP o PSOE dejen de estar en cabeza» (27 junio 2016). «Cuando se mueran todos los viejos entonces hablaremos de cambio» (26 junio 2016). No piensan que cuando se mueran todos los viejos ellos mismos lo serán, a no ser que deseen un exterminio a fecha fija. En el otro lado del paisaje político, el de los zigzagueantes y contradictorios, Albert Rivera había proclamado el 12 de mayo de 2015 que los mayores de 35 años (curiosamente su edad) no estaban avalados para ejercer la política, ya que a su juicio «el futuro de España sólo puede ser asumido por quienes ya nacieron bajo la democracia». La inmadurez le llevó a desterrar de las decisiones sociales a un muy amplio sector de españoles.

Las mieles de esta tendencia a la efebocracia, su sobredimensión, se superarán. Obviamente, su crítica no supone una apuesta por la gerontocracia; sería caer en otro error. Hemos de creer en la democracia sin preferencias de calendario vital. La política debe llamar a los mejores, a los que hayan servido a la sociedad y quieran seguir sirviéndola con honestidad y celo. Escribo desde la veteranía de quien llegó a las tareas públicas con un amplio camino profesional recorrido desde el respeto a aquellos, tantos, de cuya experiencia aprendí. El servicio a los demás desde la labor política es un menester honroso que por el desvío y la desvergüenza de corruptos, personas con nombres y apellidos y no del conjunto ni de la mayoría de los políticos, está bajo mínimos en la consideración social, y la política debe reaccionar para que cambie esta opinión desgraciadamente generalizada.

La respuesta de los partidos debe abrir caminos y habrá de incluir, junto a la lealtad a principios y valores y el servicio al interés general, la profundización democrática interna, de modo que no prevalezcan los personalismos y se limiten la obediencia debida o la reverencia ciega. Es una aspiración no fácil de conseguir, pero no es una utopía. Y sin atención a la fecha de nacimiento más allá de lo razonable.


Juan Van-HalenAcedo (Madrid, 1944)
Escritor, historiador, periodista y político español

domingo, 31 de julio de 2016

Torturar reses bravas: una tradición española propia de psicópatas

Hipatia de Alejandría

31/7/2016

En la España en la que vivo, se mantiene una negra tradición: la de torturar reses bravas.

No hay palabras para expresar el espanto que me produce pensar en el tormento al que se somete a los toros en estos crueles espectáculos. Mientras unos hacen de la tortura y muerte de estos animales un negocio, y otros acuden a las llamadas "plazas de toros" -plazas del horror, por mejor decir-, a divertirse con su martirio,  los demás vemos con tristeza que no hay forma de parar esta esta barbarie que se practica desde hace siglos.

Llamar Fiesta a un espectáculo en el que al compás de la música se tortura a un toro hasta la muerte, muestra lo peor de la condición humana. De pequeños, nos enseñan que el Hombre es el rey de la Creación; un ser que está por encima de las demás criaturas del reino animal, nos dicen. No es verdad. No lo estamos. El que tantas personas se diviertan con el martirio de los toros es prueba de lo contrario.

La contemplación de este martirio en la llamada "Fiesta Nacional" -que no es ni fiesta, ni nacional, a pesar de que la llamen así- produce un inmenso espanto en cualquier ser humano digno de tal nombre.

El refinamiento en la tortura a los toros ha llegado a tal punto, que no hay detalle, por pequeño que sea, que haya quedado fuera de control: Las formas de debilitar a los toros antes de que comience la lidia, las fases de la misma en las que se le pica para destrozarle los músculos del cuello e impedirle que levante la cabeza, el desangrarle para que pierda su fuerza, los "alegres" compases musicales que tapan los bramidos de dolor del animal, ... Todo forma parte de un cuidado y macabro ritual de sadismo.

Las corridas de toros son un horror. Los defensores de este macabro espectáculo se atreven a afirmar que "los toros no sufren". ¿Como es posible que los toreros, que han hecho de la tortura oficio, y sus cómplices, que acuden a las plazas, tengan la caradura de decir tal cosa?.

La reciente muerte de un torero mientras torturaba -toreaba, lo llaman los taurinos- a un toro, llenó las llamadas "redes sociales" de comentarios contra el y su familia, y otros tantos en su defensa. La crueldad y saña con que los toreros matan a los toros, no justifica decir barbaridades a su viuda o familia. No es mala cosa tener claro que son los torturadores de animales, los que están en el lado del mal. Los que defendemos un mundo más ético, dónde no se haga del sufrimiento ajeno un espectáculo, nunca deberíamos caer en el mismo error de lo que criticamos. Por eso, por humanidad, no se deben decir las cosas que se han dicho a la viuda y torero recientemente fallecido. Erradicar de una vez esta macabra tradición, pasará sin duda por una concienciación masiva de toda la sociedad, respecto del horror que supone la tortura de estos animales.

Las corridas de toros desaparecerán. Como acabaron en nuestra Civilización Occidental la quema de herejes en la hoguera, o la consideración de la Mujer como carente de derechos.

Lo importante es que toda la sociedad conozca las barbaridades y sufrimiento de los toros que hay en y tras una corrida de toros. Los taurinos, esconden con astucia muchos aspectos de las corridas, que por su dureza, decantarían a la Opinión Pública en su contra. Así, la retransmisión de las corridas por televisión o por radio, se hace habitualmente con sordina para que los aspectos más siniestros de la carnicería no sean conocidos. Recientemente escuché por radio la retransmisión de una corrida de toros. A las sandeces que decían los comentaristas del espectáculo, habría que añadir su picardía al no retransmitir el "sonido ambiente" de la plaza. Las que hemos presenciado en las plazas una corrida de toros, sabemos lo triste que es escuchar los bramidos de dolor del animal durante la lidia. En directo, en la plaza, la música suena para taparlos, sin conseguirlo del todo. En la televisión o en la radio, la técnica y retrasmisión desde un recinto cerrado, consigue que el truco resulte, y que el que escuche o ve la corrida por esos medios no perciba el llanto del toro. Todo lo tienen muy bien estudiado.

Otro aspecto macabro de este paleto espectáculo, es el de la gestualización del torero mientras tortura al animal. Es tremendo contemplar los gestos de burla y chulería de los toreros hacia un pobre animal que sufre y se desangra. Hace falta ser muy mala persona para burlarse de un pobre animal que nada les ha hecho, mientras lo torturan. Los toreros no son valientes, sino temerarios y desalmados. Son ejemplo de lo que nunca debería ser una persona

Todo está estudiado al milímetro en este sanguinario espectáculo, más propio de psicópatas que de gentes civilizadas. Llevamos siglos torturando toros. ¿No es suficiente ya?. ¿Cuantos  seres inocentes más quieren torturar?. ¿No han saciado ya su sadismo, ni ganado suficiente dinero con ello?.

Esperemos que este espectáculo cruel acabe pronto.




jueves, 14 de julio de 2016

ETA y el 18 de julio... de 1961

Por Gaizka Fernández Soldevilla

Fuente: El Mundo
Fecha: 15/7/2016






ETA surgió en 1958 con el objetivo último de continuar la Guerra de 1936, que la banda no entendía como una contienda civil sino como el último episodio de una supuestamente secular lucha de independencia contra el ocupante español. Desde un principio, la organización acusó al PNV de pasividad e inoperancia mientras se planteaba la utilización de la violencia. El Libro blanco de ETA (1960) establecía que 'la liberación de manos de nuestros opresores requiere el empleo de armas cuyo uso particular es reprobable. La violencia como última razón y en el momento oportuno ha de ser admitida por todos los patriotas'. No es de extrañar que el grupo se dotara de una 'rama de acción' que, en diciembre de 1959, se estrenó colocando tres explosivos caseros contra el Gobierno Civil de Álava, una comisaría de Policía de Bilbao y el diario Alerta de Santander.

Dos años después, ETA anunciaba que 'la Resistencia Vasca se prepara para una nueva fase de gigantescas proporciones. Preparémonos todos para la gran hora que se acerca'. El 18 de julio de 1961, hace ahora 55 años, los etarras quemaron tres banderas rojigualdas en San Sebastián y sabotearon la línea férrea por la que iba a pasar un tren de ex combatientes franquistas que acudían a la capital guipuzcoana para conmemorar el 25º aniversario del Alzamiento Nacional. Fue un fiasco. En vez de descarrilar, el convoy no tardó en continuar su trayecto. La esperada 'gran hora' todavía no había llegado. Ahora bien, el sabotaje tenía un gran valor simbólico: suponía una tentativa de venganza contra quienes en 1937 habían derrotado a los gudaris, de los que los autoproclamados nuevos gudaris de ETA se reclamaban herederos.

El frustrado descarrilamiento tiene otra lectura. Y es que el ataque estaba dirigido contra aquéllos a los que la organización definió como 'traidores a Euzkadi', es decir, los 'ex combatientes vascos franquistas'. Su sola existencia cuestionaba la interpretación de la Guerra Civil como una conquista española, ya que recordaba que una parte de los vascos había apoyado la sublevación del 18 de julio: Álava y Navarra fueron dos de las provincias que más voluntarios aportaron al ejército franquista. Era un dato que había que borrar de la Historia.

La Dictadura reaccionó con contundencia contra aquellos novatos adversarios. Las detenciones realizadas por las fuerzas policiales tuvieron un alto precio a nivel organizativo, lo que propició que un puñado de etarras cuestionaran la idoneidad de la 'lucha armada', prefiriendo tácticas de resistencia civil. Quizá dichas discrepancias estaban detrás del ambiguo tratamiento de la violencia que se plasmó en los Principios de la I Asamblea de ETA (1962): 'Se deberán emplear los medios más adecuados que cada circunstancia histórica dicte'. De cualquier manera, el debate fue efímero, ya que la mayoría de los etarras se posicionaron como firmes partidarios del empleo de las armas. Desde su punto de vista, se trataba del instrumento más efectivo para lograr sus objetivos políticos.

El hecho de que hubiese miembros de la organización contrarios a la violencia demuestra que ésta no era inevitable. Cuando los etarras comenzaron a matar no estaban cumpliendo con su ineludible destino, que no estaba escrito. Sus atentados no eran el último episodio de un milenario 'conflicto' étnico entre vascos y españoles, porque éste sólo existía en el imaginario bélico del nacionalismo radical. Y, desde luego, los integrantes de ETA no respondían como autómatas a una coyuntura concreta. Es cierto que el marco dictatorial, que abocaba a los disidentes a la cárcel o a la clandestinidad, volvía muy atractiva la 'lucha armada' a ojos de las fuerzas antifranquistas, pero la casi totalidad de ellas se enfrentaron a Franco sin mancharse las manos de sangre.

Los jóvenes activistas de ETA estaban sometidos a la influencia de otros factores. En el orden externo, además del ultranacionalismo español y del centralismo del régimen, cabe mencionar el sentimiento agónico que les causaba el retroceso del euskera y la llegada de miles de inmigrantes, vistos como colonos, así como la adopción como modelo de los movimientos anticoloniales del Tercer Mundo. En el plano interno hay que señalar el nacionalismo vasco radical, el odio derivado de una lectura literal de la doctrina de Sabino Arana, el ya mencionado relato acerca de un secular 'conflicto', el deseo de vengar a los viejos gudaris de 1936 y las ansias de superar al PNV. 

Sin embargo, por mucho que condicionaran a los etarras, tales elementos no determinaron su actuación. Basta comparar la trayectoria de los miembros de ETA y la de los de EGI -las juventudes del PNV- o incluso la de Los Cabras de Xabier Zumalde, la primera escisión militarista de la banda. Unos y otros estaban influidos por todos los factores que se han enumerado en el presente párrafo, pero sólo los etarras decidieron matar.

ETA no se decantó definitivamente por la violencia hasta el 2 de junio de 1968, día en el que su órgano dirigente tomó la resolución de preparar el asesinato de José María Junquera y Melitón Manzanas, los jefes de la Brigada Político-Social de Bilbao y San Sebastián respectivamente. El encargado de planificar y comandar esta última operación era Txabi Etxebarrieta, quien en el manifiesto de ETA para el Aberri Eguna había asegurado que 'para nadie es un secreto que difícilmente saldremos de 1968 sin algún muerto'.

Cinco días después de aquella reunión, el automóvil robado en el que viajaban Txabi y su compañero Iñaki Sarasketa tomó la carretera Madrid-Irún, que se encontraba en obras, razón por la que los guardias civiles José Antonio Pardines y Félix de Diego Martínez estaban regulando el tráfico, cada uno en un extremo del tramo afectado. El control de Pardines se situaba a la altura de Villabona (Guipúzcoa). Allí, como parte de la rutina, detuvo sucesivamente a una serie de vehículos. El último de ellos era el de Etxebarrieta. Cuando el agente comprobó que los números de la documentación y del bastidor del coche no coincidían, Txabi tomó una decisión trascendental: disparó a Pardines por la espalda. El guardia se desplomó y, una vez en el suelo, Etxebarrieta lo remató de tres o cuatro tiros en el pecho.

Unas horas después la espiral de acción-reacción que había puesto en marcha, se llevó por delante la vida del propio Txabi en un confuso tiroteo que se entabló con agentes de la Benemérita en Benta Haundi (Tolosa, Guipúzcoa). Al comprobar la solidaridad popular que despertó esta muerte, que ocultó la de Pardines, una nueva sesión del órgano dirigente de ETA reactivó la operación: el 2 de agosto un comando asesinó a Manzanas. El régimen franquista reaccionó tal y como la organización esperaba: con una represión torpe y brutal, que los etarras utilizaron como justificación para cometer nuevos atentados...

Según el Informe Foronda de Raúl López Romo, la apuesta de ETA por el terrorismo ha causado 845 víctimas mortales, por no hablar de las personas heridas, secuestradas, extorsionadas, exiliadas o amenazadas. Ésa es su responsabilidad. Ahora bien, lejos de asumirla, el nacionalismo vasco radical sigue aferrándose a la narrativa del 'conflicto', que le permite dotar de un sentido trascendental a todo lo que hicieron los etarras y quienes les aplaudieron. Sirve para legitimar aquello que, de otro modo, serían simples crímenes. Su empeño en blanquear el pasado de la banda implica mantener el caldo de cultivo que ha nutrido de significado al odio y la violencia. Los historiadores tenemos el deber cívico de hacer algo al respecto: investigar con seriedad, rigor y método para divulgar los resultados entre la ciudadanía. Sólo con un doloroso pero cauterizador examen crítico de nuestro pasado reciente podremos evitar que los hechos queden sepultados por el olvido, las medias verdades o las mentiras interesadas.