Hipatia de Alejandría
31/7/2016
En la España en la que vivo, se mantiene una negra tradición: la de torturar reses bravas.
No hay palabras para expresar el espanto que me produce pensar en el tormento al que se somete a los toros en estos crueles espectáculos. Mientras unos hacen de la tortura y muerte de estos animales un negocio, y otros acuden a las llamadas "plazas de toros" -plazas del horror, por mejor decir-, a divertirse con su martirio, los demás vemos con tristeza que no hay forma de parar esta esta barbarie que se practica desde hace siglos.
Llamar Fiesta a un espectáculo en el que al compás de la música se tortura a un toro hasta la muerte, muestra lo peor de la condición humana. De pequeños, nos enseñan que el Hombre es el rey de la Creación; un ser que está por encima de las demás criaturas del reino animal, nos dicen. No es verdad. No lo estamos. El que tantas personas se diviertan con el martirio de los toros es prueba de lo contrario.
La contemplación de este martirio en la llamada "Fiesta Nacional" -que no es ni fiesta, ni nacional, a pesar de que la llamen así- produce un inmenso espanto en cualquier ser humano digno de tal nombre.
El refinamiento en la tortura a los toros ha llegado a tal punto, que no hay detalle, por pequeño que sea, que haya quedado fuera de control: Las formas de debilitar a los toros antes de que comience la lidia, las fases de la misma en las que se le pica para destrozarle los músculos del cuello e impedirle que levante la cabeza, el desangrarle para que pierda su fuerza, los "alegres" compases musicales que tapan los bramidos de dolor del animal, ... Todo forma parte de un cuidado y macabro ritual de sadismo.
Las corridas de toros son un horror. Los defensores de este macabro espectáculo se atreven a afirmar que "los toros no sufren". ¿Como es posible que los toreros, que han hecho de la tortura oficio, y sus cómplices, que acuden a las plazas, tengan la caradura de decir tal cosa?.
La reciente muerte de un torero mientras torturaba -toreaba, lo llaman los taurinos- a un toro, llenó las llamadas "redes sociales" de comentarios contra el y su familia, y otros tantos en su defensa. La crueldad y saña con que los toreros matan a los toros, no justifica decir barbaridades a su viuda o familia. No es mala cosa tener claro que son los torturadores de animales, los que están en el lado del mal. Los que defendemos un mundo más ético, dónde no se haga del sufrimiento ajeno un espectáculo, nunca deberíamos caer en el mismo error de lo que criticamos. Por eso, por humanidad, no se deben decir las cosas que se han dicho a la viuda y torero recientemente fallecido. Erradicar de una vez esta macabra tradición, pasará sin duda por una concienciación masiva de toda la sociedad, respecto del horror que supone la tortura de estos animales.
Las corridas de toros desaparecerán. Como acabaron en nuestra Civilización Occidental la quema de herejes en la hoguera, o la consideración de la Mujer como carente de derechos.
Lo importante es que toda la sociedad conozca las barbaridades y sufrimiento de los toros que hay en y tras una corrida de toros. Los taurinos, esconden con astucia muchos aspectos de las corridas, que por su dureza, decantarían a la Opinión Pública en su contra. Así, la retransmisión de las corridas por televisión o por radio, se hace habitualmente con sordina para que los aspectos más siniestros de la carnicería no sean conocidos. Recientemente escuché por radio la retransmisión de una corrida de toros. A las sandeces que decían los comentaristas del espectáculo, habría que añadir su picardía al no retransmitir el "sonido ambiente" de la plaza. Las que hemos presenciado en las plazas una corrida de toros, sabemos lo triste que es escuchar los bramidos de dolor del animal durante la lidia. En directo, en la plaza, la música suena para taparlos, sin conseguirlo del todo. En la televisión o en la radio, la técnica y retrasmisión desde un recinto cerrado, consigue que el truco resulte, y que el que escuche o ve la corrida por esos medios no perciba el llanto del toro. Todo lo tienen muy bien estudiado.
Otro aspecto macabro de este paleto espectáculo, es el de la gestualización del torero mientras tortura al animal. Es tremendo contemplar los gestos de burla y chulería de los toreros hacia un pobre animal que sufre y se desangra. Hace falta ser muy mala persona para burlarse de un pobre animal que nada les ha hecho, mientras lo torturan. Los toreros no son valientes, sino temerarios y desalmados. Son ejemplo de lo que nunca debería ser una persona
Todo está estudiado al milímetro en este sanguinario espectáculo, más propio de psicópatas que de gentes civilizadas. Llevamos siglos torturando toros. ¿No es suficiente ya?. ¿Cuantos seres inocentes más quieren torturar?. ¿No han saciado ya su sadismo, ni ganado suficiente dinero con ello?.
Esperemos que este espectáculo cruel acabe pronto.