miércoles, 17 de diciembre de 2014

La tortilla estatal

Por Antonio Burgos

Fuente: ABC 

17/12/2014



· Con tal de no escribir la honrosa palabra de nuestra Patria, el tío puso en la puerta: «2009 Primer Premio Tortilla Estatal».

Estaba en el Centro de Interpretación de Tontos que mantengo sin trincar subvención alguna de la Junta, poniendo al día mi Catálogo General de Tontos Españoles, cuando me encontré con el Tonto de la Tortilla Estatal, que anda en estos días rodando por internet. Tonto con trienios que ya fue pregonado en gacetas, pues he podido datar su existencia desde 2009. Trátase de un gachó de Bilbao, dueño de un bar de cuyo nombre no me da la gana de acordarme. La cocinera de este bar de Vasconia acudió en Alicante al «IX Campeonato de Tortilla de Patatas de España» y es tan maravillosa su receta que se llevó de calle el primer premio. ¿Y qué pasó? Pues que a la hora de poner en el exterior del establecimiento galardonado el título ganado en noble lid, con tal de no escribir la honrosa palabra de nuestra Patria común, España, el tío puso en la puerta: «2009 Primer Premio Tortilla Estatal». Ese nombre, como ustedes comprenderán, sólo se le puede ocurrir a un Tonto de Tres Estrellas Michelín. Tonto berrendo en etarra, encima, que quiere darle la vuelta a la tortilla de la unidad nacional.

Esto de la Tortilla Estatal me ha puesto en marcha atrás la moviola, que me ha llevado hasta tiempos de la Dictadura. Esta tortilla española avergonzada de serlo me ha sonado exactamente igual que la ensaladilla rusa en tiempos de Franco. Si usted sirvió a la Patria entonces, recordará que en el rancho del cuartel nunca había ensaladilla rusa. Recuerdo el menú del rancho en la hoja de la Orden del Día de la Agrupación Obrera y Tipográfica del Servicio Geográfico. Cuando había ensaladilla rusa, ponía en el menú: «Ensaladilla Nacional». O sea, como la Tortilla Estatal del tonto vascongado, pero en otra dictadura distinta a la de aquellos separatistas y con otra nutricia gloria de nuestra cocina. ¡Hay que ver la de tonterías que se escriben en cada dictadura, ora en la de Franco, ora en la de la ETA, con tal de no poner «Rusa» o de no poner «Española»!

Pero este tonto no está solo. Lo acompañan muchos otros tontos que hocican lamentablemente ante esa dictadura vascongada y, lo que es mucho más triste, escriben en vascuence muy lejos de aquellas queridas provincias españolas que constitucionalmente forman parte irrenunciable de nuestra Patria. Peor que el Tonto de la Tortilla Estatal es el Tonto de los Topónimos en Vascuence en el mapa del tiempo y en las noticias de los periódicos. Es primo del tonto que ha puesto en plena Moncloa de Madrid, saliendo hacia la Ciudad Universitaria, ese letrero de carreteras que dice «A Coruña», cuando en la carretera de Extremadura no ha puesto otro que diga «A Badajoz» ni en la Andalucía uno que indique «A Córdoba». En las noticias hace estragos el Tonto de los Topónimos en Vascuence, al que un día habrá que editar con su subtítulos, pues escribiendo en español pone Ondabirria o como puñetas les digan ellos a Fuenterrabía. E incluso cosas peores, como esa falta de ortografía de poner «Bizcaia» con B y sin i griega cuando se está escribiendo en español del Quijote, manque sea expurgado por el santo oficio de mi querido Arturo Pérez Reverte.

Y al final, y muy ligado con la Tortilla Estatal, el Tonto de los Pinchos. «Pincho» ha sido toda la vida de Dios en muchas partes de España, Madrid incluido, la tapa. Hasta el DRAE lo recoge así, y mira que no es una voz ecuatoriana o mexicana, que son las que les gustan tela incluir a los académicos: «Porción de comida tomada como aperitivo, que a veces se atraviesa con un palillo». Los vascos, con tal de no llamar a las tapas como en Madrid, les dicen «pintxos». Se creen que con «tx» el pincho ya no es español. Eso allí arriba está muy bien. Pero la estulticia ambiente es tal que ya ha llegado hasta Sevilla, donde el Tonto de los Pinchos ha abierto un bar en cuya fachada a las sevillanísimas tapas, ¿saben cómo les llama el tío? Pues «Pintxos». Así escrito. Y en Sevilla. ¡Tequiyarcarajo con los «pintxos» y con la tortilla estatal!


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