Por Carlos Herrera
Fuente: Diario ABC
5/12/2014
¿Cuál es la secreta razón de que algunos jueces españoles quieran siempre parecer Mariquilla La Temprana, así llamada por querer ser siempre la primera en todo? Su ejemplo puede servirnos de referente para contrastar la manía de cualquier conocido nuestro en abalanzarse en carrera a por cualquier situación novedosa.
Los togados españoles fueron de una celeridad pasmosa en aplicar la abolición de la Doctrina Parot, esa que con tanta dedicación como asombro consiguió abolir el último regalito de Rodríguez Zapatero, Luis López Guerra, a quien Dios confunda. López Guerra fue el enviado del anterior presidente de Gobierno al célebre Tribunal de Derechos Humanos de Estarsburgo con la misión fundamental de desmontar la estrategia legal que permitía la estancia en la cárcel durante algunos años más de criminales tan especiales como el propio Parot o como otros psicópatas de diferente catadura.
En la línea argumental del buenismo izquierdista cabe apaisada la tendencia a exonerar de sus penas a asesinos varios; qué decir si éstos vienen dados por el matiz de una supuesta o exculpatoria «razón política». Algunos actores del nuevo leninismo que se nos abalanza han teorizado sobre el disculpable origen político de los asesinatos etarras a lo largo de más años de los que, por ejemplo, estuvo Franco en el poder. El silente y escondido Pablo Iglesias, sin ir más lejos, aseguró que los muchachos de ETA eran terroristas, sí, «pero» tenían explicación política. El problema de la frase reside en la adversativa, en el «pero»: tienen explicación política, sí, pero utilizar un «pero» es una forma de justificar. No son los únicos: más de un actor de la escena política española ha «entendido» con excesivo miramiento la actividad de un nutrido grupo de asesinos nacionalistas vascos que han sometido a su tierra inmediata y al país al que se niegan a pertenecer a la lacra del terror más lacerante.
Afortunadamente los ciudadanos no estábamos solos: de nuestro lado estaban la Policía, la Guardia Civil, el CNI y la gente de bien con responsabilidades políticas. Gracias a ellos los jueces pudieron someter a esa jauría de hijos de su madre al dictado de la ley –bastante timorata, por cierto– y encerrarlos durante unos cuantos años entre rejas.
Pero hete aquí que siempre obra en su favor la actuación de las mariquillas tempraneras de turno. Cuando los López Guerra y demás individuos incalificables desmontaron la doctrina que permitía retenerles algún tiempo más en las cárceles, les faltó tiempo a algunos togados para poner en la calle a quienes podían haber dejado en la sombra sin tanto bochornoso asomo de celeridad. En esta ocasión la historia se repite. Una directiva europea que no obliga a los países a aplicarla en su integridad y que señala que de ahora en adelante los años penados en cárceles extranjeras pueden descontarse de las condenas en los países en los que estén penando por los crímenes cometidos en éstos, ha hecho que tres individuos de la Sección Primera de la Audiencia Nacional pongan rápidamente en libertad a un par de asesinos y a anunciar la próxima excarcelación de gente que, en teoría, debería estar en la cárcel hasta pasados diez años. Santi Potros, Rafael Caride, Mugica Garmendía «Pakito» entre otros.
Asesinos todos ellos responsables de sufrimientos inenarrables, criminales que podrían permanecer purgando sus culpas algunos años más en prisión, y que, sin embargo, pueden salir ya a la calle por el capricho tempranero de una Sección de la Audiencia Nacional que no quiere ni esperar a que actúe la fiscalía, a que se pronuncie el Supremo, ni a que ninguna disposición orgánica en forma de ley les reviente la fiesta.
Uno de ellos es Sáez Valcárcel, el liberador de Bolinaga, y los otros dos Manuela Fernández Prado y Javier Martínez Lázaro, insufribles «tempraneros» a quien mucho habrán de agradecerles los excarcelados de ETA. Bochornoso.
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