domingo, 14 de diciembre de 2014

Sucedió un día

Por José María Ruíz Soroa


Fuente: El Correo 

14/12/2014


Bruselas. Año 2018. Los legítimos representantes del Estado vasco recién independizado del Reino de España por acuerdo mutuo aterrizan en la sede de la UE

Me lo contaron en Bruselas hace tiempo, como anécdota de café entre burócratas europeos. Sucedió allá por 2018, cuando aterrizaron en la sede de la Unión Europea los legítimos representantes del Estado vasco recién independizado del Reino de España por mutuo acuerdo. Venimos a preparar nuestro ingreso en este magnífico experimento de federalismo que es la Unión, dijeron. Porque sabrán ustedes, añadieron altivos, que los nacionalistas vascos somos de los primerísimos federalistas europeos, pertenecemos a la estirpe de los padres de la Europa unida. ¡Estupendo, entonces nos entenderemos rápido!, pensaron los bruselenses.
Seguro que sí, añadieron risueños los vascos, sólo es necesario que queden claramente recogidos en el Acuerdo de Ingreso de Euskalherria en la Unión Europea unos pocos puntos que, eso sí, para nosotros son innegociables porque resumen nuestra particular forma de ser y estar en el mundo (precisamente nos hemos ido de España porque se empeñaban en negárnoslos). ¡Digan, digan, faltaría más!, asintieron los eurócratas.
Lo primero que debe quedar claro es que los vascos ostentamos el derecho unilateral a definir cuál va a ser nuestro estatus dentro de la Unión, como parte del derecho humano fundamental de decidirlo todo garantizado por la ONU. Hombre, bueno, verán ustedes, farfullaron los burócratas, la Unión no admite esa posibilidad; ustedes ingresan como un país más de los 32 que componen Europa y tendrán el mismo estatus que cualquier otro país, es decir, el que definen las normas de la Unión. Ese estatus puede cambiar si todos los miembros lo deciden así, pero no es lógico ni hacedero que quien forma parte de una asociación pretenda definir unilateralmente su estatus de socio, ¿lo entienden, verdad?
Nuestros representantes fruncieron el ceño: mal empezamos si no se respeta nuestro derecho a decidir, pero… sigamos. También debe quedar claro que la relación del Estado vasco con la Unión Europea será bilateral y de igual a igual, sin que ninguna de las partes esté sometida a la otra. De nuevo sorpresa y rictus de incomprensión: verán, ustedes como Estado miembro serán iguales a todos y cada uno de los demás Estados miembros, sin sumisión ninguna. Pero con respecto a la Unión en su conjunto, es obvio que su Estado estará subordinado al conjunto y que el Derecho europeo que ya existe o se vaya creando en la Unión prevalecerá automáticamente sobre el suyo propio. La parte no puede tener el mismo trato que el todo, ¿no? Y en cuanto a la relación bilateral, verán, aquí los Estados se relacionan multilateralmente en las instituciones europeas (el Parlamento, la Comisión, el Consejo, etc.) y con su hacer común crean las decisiones de la Unión. Pero nadie tiene una relación bilateral con la Unión, salvo los países terceros como China o USA. Si son ustedes un miembro de un grupo no pueden a la vez ser un extraño al grupo.
El ceño ya francamente disparado, … una cuestión más: naturalmente, en el futuro surgirán roces y desacuerdos entre Euskalherria y la Unión, no seamos ingenuos. Seguro que la Unión trata de invadir nuestras competencias propias y limitar nuestro autogobierno, nos ha pasado siempre con todos desde el neolítico, así que necesitamos que queden claras dos cuestiones: primera, nuestras competencias estarán blindadas y nadie, menos aún la Unión, podrá tocarlas en lo más mínimo; segunda, para los casos de desacuerdo, tendremos un Tribunal o Comisión Mixta compuesto a partes iguales de tres representantes de la Unión y tres del Estado vasco que decidirán las cuestiones conflictivas por mayoría de votos. Miradas de asombro, meneo de cabezas. Pero, miren ustedes, en la Unión nada está blindado salvo los derechos humanos. El Tratado constitutivo fija unos títulos generales de actuación de la Unión y los vamos desarrollando progresivamente en un sentido creativo, con el acuerdo de todos. Reconocemos, cómo no, el principio de subsidiariedad en virtud del cual las políticas deben hacerse cuando sea posible en el nivel más cercano al ciudadano, pero la determinación del nivel posible está siempre abierta. Y para decidir las controversias tenemos un Tribunal de la Unión compuesto de Magistrados independientes que representan a toda la Unión, no a ningún país en particular. Sus ideas sobre las relaciones federales son más bien peculiares, si no les molesta que se lo digamos.
Cabreo abierto… ¿Y el Concierto? ¿Qué concierto? Bueno, pues el que tendremos como derecho histórico santificado en la tradición foral: es decir, el Estado vasco recauda por sí todos los impuestos y se queda con ellos, salvo una cuota que pagaremos a Bruselas calculada como una fracción proporcional a nuestro PIB sobre el coste estricto del aparato burocrático de la Unión. El coste del aparato, ¿eh?, nada de pagar parte de las ayudas a los países más pobres o las transferencias a los sectores necesitados o cualquier otro fondo de solidaridad. Los bruselenses abrían los ojos: no, miren ustedes, aquí el sistema no es así, aquí eso del concierto no se conoce y la expresión ‘derechos históricos forales’ no aparece en el acervo común. Parece que hay un malentendido.
Furia helada. ¿Malentendido? De eso nada, no te jode, lo que pasa es que aquí sois todos unos franquistas. Y se fueron airados.
En Bruselas todavía se sonríen cuando se acuerdan. Aunque, la verdad es que con lo de la invasión china de Rusia no hay mucho tiempo para chanzas.


José María Ruíz Soroa 

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